DISLEXIA

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DISLEXIA

Antes de explicar a fondo qué es la Dislexia, es necesario conocer a qué nos referimos cuando hablamos de un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura.

La lectura o el acceso a signos arbitrarios (según un idioma o una lengua) requiere de un aprendizaje concreto, sistemático y organizado. Esto no ocurre igual en el lenguaje oral.

¿Qué queremos decir con esto? Así como la predisposición innata existente ante el aprendizaje del lenguaje oral, el lenguaje escrito necesita de una serie de operaciones cognitivas, como puede ser la identificación de letras o el reconocimiento de palabras a golpe de vista, que se aprenden en un contexto concreto.

A partir de esta explicación, vamos a tratar de entender cuáles son las dos vías de acceso a la lectura de manera cognitiva, para así entender después qué tipo de dislexias se conocen y cuáles son sus signos de alarma.

Tipos de rutas de acceso a la lectura

1. La ruta fonológica o ruta indirecta: el acceso a la lectura se realiza activando lo que se conoce como “reglas de conversión grafema-fonema”. Se entiende como grafema la grafía o trazo, y fonema como el sonido. De esta forma se activa la cadena de sonidos de una palabra determinada, para acceder así al léxico “almacenado” en la memoria a largo plazo, y poder leer dicho significante. Así se reconoce la palabra (significante) con su significado. En la siguiente figura explicativa, según el modelo de Ellis y Young (1992), vemos cómo accedemos a la lectura mediante la vía fonológica:

Figura 1. Lectura por ruta fonológica o acceso fonólogico, basado en el modelo de Ellis y Young (1992).

Un ejemplo de este tipo de lectura, para comprender mejor la activación de estos mecanismos, puede ser: Miguel va a leer la palabra “PELOTA”. Para ello, Miguel conoce los sonidos por separados de cada una de las letras, que junto con las vocales, crean una cadena de sonidos. Por ejemplo: la /p/ con la /e/, suena “PE”, la /l/ con la /o/, suena “LO”, la /t/ con la /a/, suena /TA”. Después, realiza el encadenamiento del conjunto de sílabas (conciencia silábica): “PE-LO-TA”. De ahí, es capaz de acceder a su sistema semántico (almacén de significados a partir de sonidos). De esta manera, Miguel llega y accede mediante la lectura, a la palabra “PELOTA”.

2. La ruta superficial o ruta visual: esta vía de acceso a la lectura se conoce también como vía directa. En este caso, al conversión grafema-fonema no se lleva acabo, sino que se activan mecanismos cognitivos para hacer una representación ortográfica o mental/visual de la palabra escrita. De ahí, se accede el almacén semántico a largo plazo y se “lee” la palabra. Siguiendo también el modelo de Ellis y Young (1992), dejamos un cuadro explicativo del acceso a la lectura mediante esta vía:

Figura 2. Lectura por ruta visual o superficial, basado en el modelo de Ellis y Young (1992).

El acceso a la lectura mediante esta vía no es tan habitual, pero debemos conocer de su existencia, ya que puede ser una alternativa cuando la ruta fonológica se ve alterada. Pongamos un ejemplo sobre cómo se accede a la lectura mediante esta vía. En este caso tenemos: Miguel va a aprender a leer “pelota” y se le presenta a Miguel la palabra de la siguiente forma:

PELOTA

Miguel reconocerá la grafía como “un todo”. En ocasiones, para explicar este acceso, es menos complejo entender que se adquiere “PELOTA” a modo de “dibujo”, entendiendo su grafía como un conjunto, y no tal y como lo realizamos de manera habitual (sonido por sonido) encadenando sílabas: “/P//E//L//O//T//A/”.

Pero, ¿y pueden convivir ambas rutas en el acceso a la lectura? La respuesta es sí. Los mecanismos lectores, o también conocido como “el buen lector”, accede a la lectura usando ambas vías de acceso. Lleva sus estrategias cognitivas a un nivel superior, combinándolas y realizando estrategias lectoras, para acceder a su propio léxico.

¿Qué tipos de Dislexia se conocen?

  1. Dislexia fonológica: en este caso el acceso a las palabras mediante conciencia fonológica y conversión grafema-fonema, se ve alterada. Se utiliza una ruta lectura visual, para compensar estas dificultades. Se cometen errores como: dificultad en leer palabras nuevas, distintas o poco frecuentes, no son capaces o presentan grandes dificultades a la hora de leer pseudopalabras (palabra que se puede leer mediante conciencia silábica pero que no existe, como “mecatuluto”), comenten errores morfológicos o de carácter derivativo, es decir, leer “cantamos” en vez de “cantaríamos”.
  2. Dislexia superficial: en este caso, al verse alterada la ruta visual, leen de manera fonológica, por lo que sí son capaces de leer pseudopalabras, pero tienen una lectura lenta y silábica. También tienen dificultades a la hora de leer homófonos, es decir, palabras que fonológicamente suenan igual, se escriben distinto, pero tienen significados diferentes, como puede ser “vaca-baca”. También, a la hora de acceder a léxico extranjero, o aprendizaje de idiomas, encuentran dificultades, pues leen silábicamente y realizando la conversión grafema-fonema, por ejemplo, para leer “mesa” en inglés, cuya escritura es “table”, acceden fonológicamente: /t//a/-/b//l//e/”.

También se pueden encontrar otro tipo de clasificaciones. En este caso, deberíamos añadir que existe lo que se conoce como Dislexia mixta, donde ambas rutas están alteradas. Algunas clasificaciones distinguen entre Dislexias congénitas o Dislexias adquiridas.

Al igual que realizamos esta pequeña reseña sobre la clasificación, también podemos añadir que las Dificultades en el aprendizaje pueden convivir con otro tipo de trastornos como los Trastornos de Atención y/o Hiperactividad, la Disgrafía, Disortografía, la Discalculia o la Dispraxia.

Identificación de la Dislexia y signos de alarma:

Es habitual conocer a la “Dislexia” por las inversiones en las grafías, por ejemplo, letras en forma de espejo, y/u omisiones dentro de las palabras, pero no existen únicamente este tipo de signos, o por el contrario, si se presentan, no significa que se vaya a diagnosticar una Dificultad en el aprendizaje o Dislexia.

Algunos autores remarcan que, si previamente no se ha terminado el proceso lector, no se puede diagnosticar, hablando de edades entorno a los 8-9 años de edad. Pero para ser más precisos, cuando hay sistemas de enseñanza distintos o idiomas distintos, se debería encender “la alarma” cuando hablamos de hasta 2 años de retraso conforme a su grupo normativo. Esto no quiere decir que encontremos reglas o pautas inamovibles, sino que, una detección temprana basada en las necesidades de cada niño, así como una intervención acorde a los errores observados, permite una buena intervención psicopedagógica. Con esto queremos decir que, sin esperar a un diagnóstico concreto, podemos actuar sobre las dificultades de acceso a la lectura.

Siguiendo la “Guía general sobre Dislexia” de la Asociación ASANDIS, vamos a realizar un pequeña recopilación que podrían considerarse como “signos de alarma”, según etapas educativas y evolutivas. Señalamos las más significativas a continuación:

Educación Infantil

– Edades tempranas (2-6 años)

Se presenta un desarrollo lento del vocabulario, un retraso en la memorización de conceptos básicos, numeración, el abecedario, formas o nociones espacio-temporales. También pueden presentar falta de control o dificultades en el manejo de las herramientas para la escritura, inmadurez motriz o falta de atención en el desempeño de las instrucciones.

Primer Ciclo de Educación Primaria

– Edades tempranas (6-7 años)

Se presentan dificultades en la identificación de letras, en la identificación de sonidos o se realiza una lectura en espejo. En estas edades es donde se puede comenzar una detección de necesidades e ir aportando pautas a nivel escolar y familiar, analizando bien el tipo de error e incidir sobre él.

Segundo Ciclo de Educación Primaria

– Diagnóstico o valoración psicopedagógica iniciada (7-11 años)

En estas etapas la lectura resulta cargante, laboriosa, no correcta y no está automatizada. Se presentan también dificultades a la hora de enlazar sonidos o descifrar vocabulario nuevo. La comprensión lectora es pobre y se detectan inversiones en números, letras o composiciones escritas desorganizadas. El desfase curricular que se puede presentar comienza a ser llamativo.

¿Cómo podemos intervenir con un niño o niña con dificultades en la lectoescritura?

Es importante recalcar la importancia de realizar una detección temprana y una intervención sin esperar una etiqueta diagnóstica. Para ello, la comunicación entre la escuela, la familia y otros profesionales, es crucial. Realizar un análisis detallado de la lectura y de la escritura de manera multidisciplinar, nos dará las pautas para solventar los posibles desfases curriculares o en todo caso, aminorar los errores más habituales, para que se consiga un acceso a la lectura de calidad. Se debe valorar además la posibilidad de coexistencia de las dificultades con otro tipo de Trastornos del Neurodesarrollo.

En neurobidea contamos con un equipo especializado en la evaluación e intervención de las dificultades de lectoescritura. No dudes en contactar con nosotros si nos necesitas. Estudiaremos tu caso al detalle con el objetivo de responder de manera individualizada a las necesidades de cada niño.

Bibliografía:

  • American Psychiatric Association. (2014). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5: Spanish Edition of the Desk Reference to the Diagnostic Criteria From DSM-5. American Psychiatric Pub.
  • De Dislexia, A. A. (2010). Guía general sobre dislexia. Recuperado de: http://www. juntadeandalucia.es/educacion/webportal/ishare-servlet/content/6070dc4f-5da3-459d-bb07-4f8eaaa76f9e.
  • Ellis, A. W. y Young, A. W. (1992). Neuropsicología cognitiva humana. Barcelona: Masson.
  • Páginas web Asociación Dislexia y Familia https://www.disfam.org

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